El apicultor es la persona que cría abejas y hace apicultura para obtener de ellas sus productos. Debe ser proactivo, creativo, tener coraje, intuición y un buen conocimiento de la biología básica de las abejas. Pero hay más.
El apicultor es la persona que cría abejas y hace apicultura para obtener de ellas sus productos. Debe ser proactivo, creativo, tener coraje, intuición y un buen conocimiento de la biología básica de las abejas.
Además de esto, que es la definición simple, matemática y cuadriculada, los apicultores somos gente apasionada de las abejas y de nuestro trabajo.
El apicultor según Dorothy Brister
Pero…¿qué es eso que llevamos dentro los apicultores que nos engancha a las abejas? Estas palabras de Dorothy Brister se aproximan bastante a lo que muchos apicultores sentimos al respecto.
En ninguna profesión existe gente como los apicultores. Somos una clase avanzada de especialistas que realizamos bien muchas cosas. No importa nuestra estatura, forma, color, edad o sexo. Además de ser apicultor uno debe ser carpintero, pintor y cuidador de todo. Se debe estar capacitado para construir, pintar, fregar, raspar, hervir y fumigar.
Somos optimistas de nacimiento. Pensamos ya en la próxima cosecha cuando tratamos de recuperarnos del fracaso de la última.Los apicultores somos testigos de las maravillas de la naturaleza; el milagro del nacimiento, la certidumbre de la muerte; la sensación de un orden dentro del todo…Un apicultor es la paciencia personificada cuando espera el aribo de una nueva reina, la salida de un enjambre o el llenado de un alza.
Sabemos de la desesperación cuando una colmena revela enfermedad o nos encontramos con la muerte o un tejido de polillas. Los apicultores tienen pasta de ser líderes, conferenciantes, maestros, árbitros. Deben estar dispuestos a mantener una mente permeable, capaz de absorber toda la información que se pueda conseguir y dispuestos también a pasar todos los conocimientos adquiridos a otros colegas.
En resumen, los apicultores somos todas estas cosas y muchas, muchas más. Con nuestra primera introducción a las abejas y sus picaduras, y tal vez una o dos colmenas, somos principiantes. Pero, si luego de poseer varias y recibir más picaduras -y tras varios meses o años- luego que hemos construido, trabajado, levantado y cargado, desalentado y estudiado, sintiendo las espaldas, quemándonos la cara al sol y aprendiendo a aceptar pérdidas, destrozos, fatigas y contratiempos -y aún sentirnos satisfechos, felices y orgullosos de nuestra profesión- entonces sí, somos APICULTORES.
Este fragmento abre el libro de Aldo L. Persano, Apicultura Práctica
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